La economía del imperio persa se basaba en la
agricultura, con la irrigación de las aguas de las montañas, el pastoreo y la
extracción de minerales. Los persas tenían un comercio amplio, ayudados por la
creación de las monedas, el Darico, acuñadas de oro lo que estimulo el
comercio interno e internacional.
Con la formación del imperio, el comercio pasó a ser una
actividad importante, dando origen a un grupo de ricos comerciantes. Por la
región irani pasaban rutas de caravanas comerciales ligadas a la India y a la
China hasta el Mar Mediterráneo. El comercio impulso la industria de tejidos de
lujo, joyas, mosaicos y tapetes o alfombras de gran belleza.
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